Algo parecido a los circuitos que se desarrollan en otros países en torno al café, se gesta en Praga, con un Museo dedicado al café, donde se puede revisar la historia del café, el cultivo, la producción y la industria, cubriendo las diversas cepas que se cultivan y su evolución hasta nuestros días.
Desde hace unos dos años este museo se encuentra situado cerca del Club de Futbol Sparta Praga, aunque antes existía uno en el centro de la ciudad que sirvió de base para este museo más moderno.
La actual directora y propietaria de este museo, Katerina Ebelová, llevo un poco de su propia historia familiar a la exposición, ya que uno de sus antepasados fue el fundador de la empresa que preparaba el café de achicoria en el centro de la ciudad checa de Čáslav por los años 70, antes de pasar a la producción de mostaza en la ciudad de Kutná Hora. Entre las piezas de colección se encuentran algunas piezas recolectadas en los mercados de las pulgas, tiendas de chatarra y algunas donaciones.
La amplitud del museo lo hace ser muy atractivo, y para hacerlo aún más interesante, un galardonado café es parte de este complejo.
En la memoria colectiva, todavía está la imagen de la gente llevando su propio café verde en grano para ser tostado por ellos mismos en los molinos artesanales. El resultado se almacenaba en frascos decorativos que se juntaban con otras especias. Hay algunas creencias que señalan que el café de Praga fue creado por un turco y que fue castigada por un cristiano que la catapultó como una bebida diabólica. Hubo un tiempo en que el café se vendió como un medicamento, y el museo refleja parte de esa historia.
En el museo, hay tres frascos de café farmacéuticos que datan de 1890. Este café era vendido en dosis de entre 5 a 10 gramos y a veces se mezclaba con achicoria, ya que además era bastante caro. Lo que más les gustaba a los checos de este café, era su sabor amargo, que para suavizarlo había que mezclarlo con mucha azúcar o leche. Con el paso del tiempo el café se fue convirtiendo en parte de la cultura y cada vez eran más los bebedores de café. Hoy el café se puede decir que es ya una bebida popular, aunque todavía existen las variedades sibaritas, como las resultantes del gato de Algalia, que se come los granos de café y defeca granos que son procesados para ser bebidos. Este café es el afamado Kopi Luwak y es el más caro del mundo. Un kilo de este café debe costar unos mil dólares. El sabor de este café se caracteriza por su sabor a notas florales, naranjas y tonalidades terrosas.
En el museo del café, se destacan las diferentes variedades de café que se vende en República Checa y la achicoria, ampliamente utilizada para aumentar su volumen. La achicoria se cultiva, seca, tuesta y muele para ser convertida en un polvo fino que hasta se utilizo como chocolate. El resultado de hervir esto en agua con leche era un estimulante con un sabor parecido al café, aunque infinitamente más asequible.
Una bebida rara que existió también es el café de higo, que era procesado para eliminar su excesivo dulzor.
Otros artículos que se encuentran en el Museo del Café, son cafeteras, contenedores, molinillos de madera y metal, coladores, tostadores y grandes envases de café.
El Museo del Café y la cafetería están abiertos todos los días de 11:00 am a 18:00 pm. También hay una sala de exposiciones temporales, donde se pueden ver incluso antiguos osos de peluche bebiendo café. Yo creo que sería muy factible que alguien abra hoteles en Praga, decorados con la temática del café. Variedades hay de sobra.