Las enormes paredes que rodean la creciente ciudad de Jihlava se construyeron poco después de su fundación oficial, es decir, por el siglo XIII.

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Debido a la ubicación estratégica de Jihlava, entre Bohemia y Moravia, la pujante ciudad minera de antaño, no solo se convirtió en un importante centro comercial, sino también en una ciudad de primordial interés militar. Las paredes que rodean Jihlava son de 6 metros de altura por 3 de largo. Las paredes interiores se duplicaron, y cerca había un foso de 7 metros de profundidad.

Por una cuestión de fuerza y seguridad, la pared principal se habilito con torres de vigilancia y baluartes. Hay cinco puentes levadizos en la entrada que interrumpen la continuidad de las paredes.

El paisaje de las calles en esta zona, se ve limpio y despejado, con un orden que nos da la razón sobre su uso militar. Toda la infraestructura es muy cuadrada y pareja, hecha en piedra y mortero, con algunos decorados exteriores muy sobrios para la época. Más todavía considerando que Jihlava era la zona más rica del país por sus explotaciones mineras.

La milicia cuidaba de esta ciudad porque era precisamente en esta zona limítrofe donde podían llegan a reclamar los países vecinos algún tipo de soberanía. El gobierno tuvo la precaución y tomo los recaudos apropiados antes que llegaran los enemigos a atacar la zona, alcanzándose a forjar grandes fortunas que una vez termino la época dorada de la minería, se fueron, así tal cual como llegaron, dejando tras de sí, tan solo el recuerdo.

Foto: flickr

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