La cocina checa no es precisamente sinónimo de cocina saludable, sin embargo, todos los que llegan al país encuentran platos que son para morirse de ganas por probarlos, al menos una sola vez.

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En general, se puede decir que los hábitos alimentarios de los checos han ido cambiando, dirigiéndose hacia hábitos mas saludables y sanos, pero es inevitable caer en la tentación de probar los platos tradicionales checos, repletos de grasas, calorías y azucares. Los condimentos siempre están presentes en la comida checa, al igual que las salsas. Yo adoro las salsas, aunque nunca he probado la comida checa, me encantan en la comida china y japonesa.

En cuanto a las sopas, las más populares del país son las de papas, la sopa de ajo, la sopa de pollo con fideos, la carne con sopa de hígado, la sopa de chucrut, la de eneldo a partir de leche agria y como acompañamientos, los típicos son las papas cocidas, asadas, fritas, hechas puré, el arroz, pan o papas rellenas y el pastel de papas.

En cuanto a postres, hay muchas variedades, pero casi todos son pesados y grasos, ya que contienen mucha mantequilla y nata. Entre los postres más populares están los crepes rellenos con nata batida, mermelada o fresas, la torta de miel, el exquisito strudel de manzana y el infaltable helado.

En cuanto a bebidas, la que nunca debe faltar en la mesa de un checo es la cerveza, el agua mineral, el zumo de naranja, el zumo de manzana, los refrescos o incluso el té con azúcar y limón o el café con leche o con crema. Nada del otro mundo esto de las bebidas, yo diría que toman lo mismo que en todas partes del globo.

Foto: flickr

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