Más allá de que existen decenas de castillos y palacios antiguos en el territorio de la República Checa, algunos de ellos no son demasiado significantes para los turistas que se acercan al país, e incluso puede que olvidemos sus nombres en poco tiempo. Pero nada de esto pasará una vez que nos hayamos acercado al de Červená Lhota, con sus clásicas fachadas color sangre, que se reflejan en las aguas de un pequeño lago escondido en los bosques de Bohemia del Sur.
Hay que señalar en primer término, que algunas de las alusiones históricas que hacen referencia a este palacio recién aparecen en escritos del siglo XIV, siendo que anteriormente en el mismo sitio se encontraba una pequeña fortaleza medieval. No sería sino hasta 300 años más tarde, cuando el edificio adquiriría su forma actual, gracias al entonces administrador del palacio, Tomáš Horyna.
La historia cuenta que el palacio fue construido por la noble familia Kábové de Rybñany, que adquirió el feudo de Lhota en el año 1530. En aquel momento, Jan Kába de Rybñany convirtió la fortaleza gótica en un palacio renacentista, bastante parecido al de hoy.
Al mismo tiempo, es interesante saber que durante las obras de este palacio fueron excavados los pequeños trozos de roca que se adherían a la parte trasera del mismo, los cuales propiciaron la aparición de un lago pequeño contra los muros del recinto, que dan la sensación de uno de los lados de que el castillo realmente flota.
Vía: Travel Update
Imagen: Trip Advisor