Hasta hoy, el más poderosos atractivo de Praga no proviene de los libros de dibujos con escenas de la calle, sino de su mística húmeda.
Aún hoy encontrarán lugares ocultos a la vista, como el legendario y pequeño pub en el barrio del castillo llamado U Cerneho Vola (En en Toro Negro), justo en el corazón de un territorio emergente. Una visita reciente encontró sólo locales de mal aspecto, balos sucios, menú limitado y una decoración heráldica sin cambios desde hace años y quizás generaciones, más una placa conmemorativa de las últimas 1.800 sesiones del Grupo de Amigos de la sociedad cervecera.
Luego está la Basílica de Santiago en la Ciudad Vieja, una de las primeras iglesias de Praga y el escenario de una de las más espeluznantes historias. Sin embargo, el lugar es frecuentado por feligreses envejecidos, que han mantenido su fe desde los años comunistas. La basílica es también una ruta turística bien pisada, justo enfrente de un bar de mala muerte Chapeau Rouge, una barra que dice haber estado abierta desde 1919. Santiago fue reconstruida por última vez en 1702en el estilo barroco temprano. Por lo general todos le dan un solo vistazo.
De los signos de afuera no se hace mención en ninguna parte, porque es una de las curiosidades más horribles de la iglesia, un brazo humano cortado colgando de la pared occidental interior, buscando quizás una salchicha que fue dejada afuera por siglos. Una estatua de la Vírgen María por un momento llegó a la vida, según cuenta la leyenda, y agarro el brazo de un ladrón tratando de robar el tesoro de la basílica y fue encontrado a la mañana siguiente todavía en las garras de la Vírgen. Su brazo amputado todavía cuelga aquí, y es un testimonio del milagro.
Si esto es algo extraño, la esencia de Praga lo es aun más, y es que la sensación generalizada de que los escritores del siglo XIX llaman extraña, define a veces una incertidumbre acerca de algo vivo o quizás inerte. En Praga, lo santo convive con lo profano. Una de las leyendas más duraderas de la ciudad es la de Golem, una criatura hecha de barro por un rabino místico en un antiguo barrio judío de la ciudad. Al igual que la estatua de la Vírgen, el Golem cobro vida y parece que todavía acecha en algunos de los rincones de estas calles torcidas, o tal vez en los pasajes subterráneos que se unen en algún lugar sin nombre. Incluso ahora, todo parece posible en esta tierra de misterios.
Vía: thenational, Fotos: flickr