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Pasear a lo largo de los 500 metros del largo Puente de Carlos es una necesidad para todos los que tienen vuelos a Praga y deciden visitarla. Atravesar este puente significa pasar a través de un puñado de artesanos y músicos callejeros apostados en las estatuas barrocas que recubren los parapetos.

Praga es una ciudad de clase mundial, por su atractivo visual, su cultura y comida, además de su centro urbano, que se eleva gradualmente a las agujas góticas del Castillo de Praga y la Catedral de San Vito, que data del siglo XIV.

La arquitectura de la ciudad es esplendida, mezclando lo nuevo con lo antiguo. En Praga se ve la austeridad de las rotondas románicas y las enormes torres góticas, que conformar el patchwork que es Praga.

Praga se salvo de la destrucción en la Segunda Guerra Mundial, con barrios famosos como el Moldava. Las zonas más antiguas del clúster que es Praga, se encuentran alrededor del río Vltava, y así es como vemos, en su flanco occidental, a Mala Strana. Aquí hay una gran cantidad de impresionantes edificios barrocos entrelazados con jardines escondidos, además de calles empedradas y plazas, que permiten al visitante imaginar la vida de hace varios siglos atrás.

Por los alrededores, se puede ver conocidos restaurantes, cafés abarrotados y ruidosos y monumentos históricos a la sombra del Castillo de Praga, incluyendo la Iglesia de San Nicolás, las terrazas de los Jardines Wellestein y la encantadora isla de Kampa, además de sitios de interés, como el Museo de Franz Kafka y el Muro de John Lennon.

Vía/ Napavalleyregister, Foto/ miazuldemar

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