
En el Monasterio de Emaús, se guardan historias y leyendas tórridas, por así decirlo. Su arquitectura refleja lo que alguna vez fue un sitio de tránsito diario de respetables monjes benedictinos. Hoy todo es un recuerdo, que ha dejado tras de sí, un gran patrimonio histórico.
El Monasterio de Emaús en Praga, es un lugar donde se puede ver la mayor cantidad de pintura gótica del norte de los Alpes. Allí hay un ciclo de pintura mural con más de 70 escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, en una de las obras góticas más preciadas de Europa. Esta obra, está situada en un claustro.

Para entender un poco la historia de este monasterio, debemos saber que este Monasterio fue fundado por el emperador Carlos IV. Durante algún tiempo, fue una especie de liturgia latina, centro de erudición eslava y centro dentro del cual se escribieron valiosos escritos, como una parte de la Iluminación del Evangelio de Reims, que se convirtió en una parte de los atributos de la coronación francesa. Los reyes franceses juraron fidelidad en ella hasta 1782.

Emaús es un nombre que surge por el día en que fue consagrado este monasterio, un lunes de Pascua en 1372, cuando el evangelio de Pascua fue leído sobre los discípulos de Cristo.
Este monasterio fue residencia de los monjes benedictinos durante siglos. En el siglo XVII, los benedictinos de Montserrat españoles residieron allí y hicieron un edificio barroco con dos grandes torres. Hay una leyenda vinculada al Monasterio de Emaús, que es de la época del nacionalismo checo, en el siglo XIX. La leyenda habla de un campanero que corta las cuerdas para evitar que la campana suene cuando los españoles “extranjeros” llegaran. Este campanero, fue asesinado por uno de estos españoles en venganza, y desde ahí, se dice que su alma pena hasta hoy en día. Esa es la leyenda del fantasma del Monasterio de Emaús.